DBH3
He elegido esta canción porque tiene ritmo y cuando la oí me gusto muchísimo.
EL TREN DEL TERROR
Andrés había terminado las clases y regresaba en tren a su casa. A esa hora no habia casi nadie en el tren así que miró a su alrededor y cuando vio que nadie le veía, estiró las piernas y puso los pies encima del asiento vacío que tenia en frente.
Andrés sacó la novela que estaba leyendo desde hacía semanas, era un relato muy interesante y estaba deseando comenzar a leer. Abrió el libro, se acomodó un poco más en el asiento y se puso a ello.
De repente oyó unos truenos en la lejanía y empezó a llover a mares. El agua golpeaba contra la ventana del tren y con el ruido de la tormenta, Andrés se sumergió fácilmente en la trama de la novela.
************************************************************************************************************
En las afueras de un pequeño pueblo había una vieja casa que se caía a pedazos. Desde hacía muchos años, se contaban historias de miedo y fantasmas sobre las cosas que ocurrían dentro de esa casa.
Un grupo de amigos del pueblo, aburridos después de una tarde de no hacer nada interesante, se retaron para entrar en la siniestra casa abandonada y ver quién era más valiente.
Se dirigieron hacia la casa haciendo chistes y un poco asustados, pero sin demostrárselo unos a otros.
Dieron la vuelta alrededor de la vieja casa y encontraron una ventana del primer piso un poco abierta. Se subieron al árbol que estaba al lado y empezaron a trepar por él hasta que entraron por la ventana abierta dentro de la casa.
La casa estaba oscura, llena de polvo y telarañas y el suelo crujía al andar. El grupo de amigos fue pasando de habitación en habitación, muertos de miedo y agarrados unos a otros ya que el ambiente era como el de una película de terror.
Poco a poco llegaron hasta las escaleras del sótano, cuando abrieron la puerta, un olor repugnante les hizo dar unos pasos hacia atrás. entonces, tras una breve pelea, el más valiente del grupo convenció a los demás para entrar en el sótano.
Nada más entrar salieron corriendo y gritando. Un rayo de luz que entraba por la rendija de una pequeña ventana del sótano, iluminada el cadáver de un hombre tirado en el suelo y lleno de sangre. A su lado había una gran bolsa llena de dinero y agachado sobre el muerto estaba el asesino con una pistola en la mano.
Los chicos, aterrorizados, huyeron de allí a toda prisa y lograron llegar a la comisaría del pueblo. Con la descripción que dieron del hombre, los policías pudieron atrapar al asesino cuando llegó a la estación del tren para escapar.
Eran los ladrones que habían rabado en el Banco Central hacía unos pocos días. Se habían llevado muchos millones. Finalmente, se habían peleado por el dinero y durante la pelea uno de ellos mató al otro.
************************************************************************************************************
De repente se oyó un chirrido y Andrés salió despedido de su asiento. Se golpeó muy fuerte contra la butaca de enfrente y luego cayó al suelo. Se frotó la cabeza y la pierna, le dolía pero no tenía sangre. A lo lejos se oían algunos gritos pidiendo ayuda. El tren había descarrilado a causa de la tormenta.
PABLO Y VIRGINIA
Esta historia real, comienza en Francia, donde dos madres intentan huir de la Metrópolis. Las madres se refugiaron en unas colonias francesas, en la Isla de Francia que en la actualidad se llama Mauricio.
En la misma isla, las dos madres, se quedaron a vivir en dos cabañas distintas, una al lado de la otra. En cada cabaña nace un bebé; en la primera cabaña nace Virginia y en la segunda Pablo.
Estos dos niños se criaron los dos desde muy pequeños como hermanos; es decir hacían todas las cosas juntos: Nadaban, comían... e incluso se solían quedar uno en casa del otro a dormir.
Pero llegó un día en el que crecieron, y sus sentimientos entre los dos cambiaron por completo: Pablo empezó a sentir algo por Virginia, al igual que Virginia por Pablo. Los dos pensaron que el uno estaba hecho para el otro, y al final, empezaron a pensar en su futuro juntos; y acabaron siendo amantes.
Pero esto no duró mucho, porque la madre de Virginia se enteró de su noviazgo; y los intenó separar, internado a Virginia en una escuela de Francia; pensando que con el tiempo se le olvidaría su amor por Pablo. Pero la madre ya sabe que no se pueden olvidar los sentimientos de cada uno.
Pasados unos años, Virginia decide volver a la isla de Mauricio para reencontrarse con su amor; cuando ocurre una gran desgracia en el barco donde viaja, el Saint-Géran, naufragaban durante una fuerte tormenta desgraciadamente, se estrellaron contra las rocas de la isla, mientras Pablo observaba la llegada del buque desde la orilla. Pablo no podia vivir sin ella; y acabó muriendose de pena.
En la actualidad han enconttrado un cuerpo enterrado al lado de Virginia y dicen que es el de Pablo.
HACE UNOS 60 AÑOS
Esta es la historia de mi abuelo, el padre de mi madre. Se llama Virgilio y tiene 74 años. En su familia eran cinco hermanos, tres chicos y dos chicas, su madre se llamaba Teófila y su padre Ildefonso. Vivían en Robledillo De Gata (Cáceres).
Mi abuelo fue a la escuela hasta los catorce años, ya que ni en el pueblo ni en los alrededores había instituto para seguir estudiando.
Además de ir a la escuela, también se encargaba de otras labores de familia, como llevar al campo a los animales para que comieran: el mulo y las cabras; o trabajar en las fincas de la familia recogiendo aceitunas, castañas y cerezas.
A veces, también trabajaba haciendo carbón, que se fabricaba quemando madera en una finca que tenían en el campo.
Las tardes que tenía libre bajaba a la plaza a jugar con sus amigos. En su tiempo libre jugaba a muchos juegos:
-Salta gamona (se juega saltando uno por encima de otro)
-Escondite
-Canicas
-Saltar a la comba (durante la Semana Santa)
-"Achancar en el río" (coger renacuajos y peces; pero solo en verano)
Mi abuelo me contó esta anecdota:
Cuando tenía ocho años, su madre, su abuela y él fueron a 40km del pueblo, a la provincia de Salamanca, iban en burro porque en esa época no haia coche.
Dejó a su madre y a su abuela y fue a ver el tren porque nunca lo había visto. Al cabo de un rato no lo encontraban y su madre llamó a la policía.
Fue a la posada y allí estaba la policía y así encontraron a mi abuelo.
El estar hablando con mi abuelo sobre su adolescencia me ha hecho pensar que ahora vivimos mucho mejor que en su época, ya que entonces además de estudiar tenían que trabajar para ayudar a la familia ya que no tenían mucho dinero.
Andrés había terminado las clases y regresaba en tren a su casa. A esa hora no habia casi nadie en el tren así que miró a su alrededor y cuando vio que nadie le veía, estiró las piernas y puso los pies encima del asiento vacío que tenia en frente.
Andrés sacó la novela que estaba leyendo desde hacía semanas, era un relato muy interesante y estaba deseando comenzar a leer. Abrió el libro, se acomodó un poco más en el asiento y se puso a ello.
De repente oyó unos truenos en la lejanía y empezó a llover a mares. El agua golpeaba contra la ventana del tren y con el ruido de la tormenta, Andrés se sumergió fácilmente en la trama de la novela.
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En las afueras de un pequeño pueblo había una vieja casa que se caía a pedazos. Desde hacía muchos años, se contaban historias de miedo y fantasmas sobre las cosas que ocurrían dentro de esa casa.
Un grupo de amigos del pueblo, aburridos después de una tarde de no hacer nada interesante, se retaron para entrar en la siniestra casa abandonada y ver quién era más valiente.
Se dirigieron hacia la casa haciendo chistes y un poco asustados, pero sin demostrárselo unos a otros.
Dieron la vuelta alrededor de la vieja casa y encontraron una ventana del primer piso un poco abierta. Se subieron al árbol que estaba al lado y empezaron a trepar por él hasta que entraron por la ventana abierta dentro de la casa.
La casa estaba oscura, llena de polvo y telarañas y el suelo crujía al andar. El grupo de amigos fue pasando de habitación en habitación, muertos de miedo y agarrados unos a otros ya que el ambiente era como el de una película de terror.
Poco a poco llegaron hasta las escaleras del sótano, cuando abrieron la puerta, un olor repugnante les hizo dar unos pasos hacia atrás. entonces, tras una breve pelea, el más valiente del grupo convenció a los demás para entrar en el sótano.
Nada más entrar salieron corriendo y gritando. Un rayo de luz que entraba por la rendija de una pequeña ventana del sótano, iluminada el cadáver de un hombre tirado en el suelo y lleno de sangre. A su lado había una gran bolsa llena de dinero y agachado sobre el muerto estaba el asesino con una pistola en la mano.
Los chicos, aterrorizados, huyeron de allí a toda prisa y lograron llegar a la comisaría del pueblo. Con la descripción que dieron del hombre, los policías pudieron atrapar al asesino cuando llegó a la estación del tren para escapar.
Eran los ladrones que habían rabado en el Banco Central hacía unos pocos días. Se habían llevado muchos millones. Finalmente, se habían peleado por el dinero y durante la pelea uno de ellos mató al otro.
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De repente se oyó un chirrido y Andrés salió despedido de su asiento. Se golpeó muy fuerte contra la butaca de enfrente y luego cayó al suelo. Se frotó la cabeza y la pierna, le dolía pero no tenía sangre. A lo lejos se oían algunos gritos pidiendo ayuda. El tren había descarrilado a causa de la tormenta.
PABLO Y VIRGINIA
Esta historia real, comienza en Francia, donde dos madres intentan huir de la Metrópolis. Las madres se refugiaron en unas colonias francesas, en la Isla de Francia que en la actualidad se llama Mauricio.
En la misma isla, las dos madres, se quedaron a vivir en dos cabañas distintas, una al lado de la otra. En cada cabaña nace un bebé; en la primera cabaña nace Virginia y en la segunda Pablo.
Estos dos niños se criaron los dos desde muy pequeños como hermanos; es decir hacían todas las cosas juntos: Nadaban, comían... e incluso se solían quedar uno en casa del otro a dormir.
Pero llegó un día en el que crecieron, y sus sentimientos entre los dos cambiaron por completo: Pablo empezó a sentir algo por Virginia, al igual que Virginia por Pablo. Los dos pensaron que el uno estaba hecho para el otro, y al final, empezaron a pensar en su futuro juntos; y acabaron siendo amantes.
Pero esto no duró mucho, porque la madre de Virginia se enteró de su noviazgo; y los intenó separar, internado a Virginia en una escuela de Francia; pensando que con el tiempo se le olvidaría su amor por Pablo. Pero la madre ya sabe que no se pueden olvidar los sentimientos de cada uno.
Pasados unos años, Virginia decide volver a la isla de Mauricio para reencontrarse con su amor; cuando ocurre una gran desgracia en el barco donde viaja, el Saint-Géran, naufragaban durante una fuerte tormenta desgraciadamente, se estrellaron contra las rocas de la isla, mientras Pablo observaba la llegada del buque desde la orilla. Pablo no podia vivir sin ella; y acabó muriendose de pena.
En la actualidad han enconttrado un cuerpo enterrado al lado de Virginia y dicen que es el de Pablo.
HACE UNOS 60 AÑOS
Esta es la historia de mi abuelo, el padre de mi madre. Se llama Virgilio y tiene 74 años. En su familia eran cinco hermanos, tres chicos y dos chicas, su madre se llamaba Teófila y su padre Ildefonso. Vivían en Robledillo De Gata (Cáceres).
Mi abuelo fue a la escuela hasta los catorce años, ya que ni en el pueblo ni en los alrededores había instituto para seguir estudiando.
Además de ir a la escuela, también se encargaba de otras labores de familia, como llevar al campo a los animales para que comieran: el mulo y las cabras; o trabajar en las fincas de la familia recogiendo aceitunas, castañas y cerezas.
A veces, también trabajaba haciendo carbón, que se fabricaba quemando madera en una finca que tenían en el campo.
Las tardes que tenía libre bajaba a la plaza a jugar con sus amigos. En su tiempo libre jugaba a muchos juegos:
-Salta gamona (se juega saltando uno por encima de otro)
-Escondite
-Canicas
-Saltar a la comba (durante la Semana Santa)
-"Achancar en el río" (coger renacuajos y peces; pero solo en verano)
Mi abuelo me contó esta anecdota:
Cuando tenía ocho años, su madre, su abuela y él fueron a 40km del pueblo, a la provincia de Salamanca, iban en burro porque en esa época no haia coche.
Dejó a su madre y a su abuela y fue a ver el tren porque nunca lo había visto. Al cabo de un rato no lo encontraban y su madre llamó a la policía.
Fue a la posada y allí estaba la policía y así encontraron a mi abuelo.
El estar hablando con mi abuelo sobre su adolescencia me ha hecho pensar que ahora vivimos mucho mejor que en su época, ya que entonces además de estudiar tenían que trabajar para ayudar a la familia ya que no tenían mucho dinero.
CUADRO REALISMO
He elegido este cuadro porque me ha recordado a una casa que vi el año pasado cuando me fui de vacaciones. Me ha gustado el cuadro porque en mi opinión se ven colores alegres. Al principio creí ver sólo una casa pero después, fijándome más, vi un árbol y me di cuenta de que parte de la casa estaba encima del árbol. Si miras hacia la izquierda verás que hay unos hombres construyendo y pintando una casa de madera encima del árbol, y en la puerta de la casa de ladrillo otro barriendo la acera. Mirando las dos casas parecen independientes pero llega un momento en que se funden en una sola.
He elegido este cuadro porque me ha recordado a una casa que vi el año pasado cuando me fui de vacaciones. Me ha gustado el cuadro porque en mi opinión se ven colores alegres. Al principio creí ver sólo una casa pero después, fijándome más, vi un árbol y me di cuenta de que parte de la casa estaba encima del árbol. Si miras hacia la izquierda verás que hay unos hombres construyendo y pintando una casa de madera encima del árbol, y en la puerta de la casa de ladrillo otro barriendo la acera. Mirando las dos casas parecen independientes pero llega un momento en que se funden en una sola.
UN SUEÑO
La noche del sábado pasado me fuí a la cama bastante pronto. Tenía intención de dormirme enseguida porque había tenido un día muy movido y estaba bastante cansada. Pero me puse a dar vueltas y vueltas en la cama. Como no podía dormir conecté la televisión. Poco a poco empezó a entrarme sueño.
De pronto abrí los ojos asustada, estaba pasando algo raro. Entré en una espiral llena de colores y me encontré flotando, cayendo y girando por el aire, todo a la vez. Me sentía como si me hubieratirado desde un avión en pleno vuelo y sin paracaídas.
Cuando todo paró de dar vueltas, caí al suelo y me golpeé contra la acera. Me encontraba en la calle de un pueblo muy extraño y terrorífico. Estaba empezando a anochecer y hacía viento, las farolas casi no brillaban y los árboles parecían fantasmas queriendo atraparme. Miré a mi alrededor asustada, sin entender nada.
En ese momento, apareció una chica de la misma edad que yo, pasaba por allí de camino a su casa y me ayudó a levantarme. Empezamos a hablar. Yo le dije que me llamaba Oihana y ella me dijo que se llamaba Sara. En sólo unos minutos nos sentimos como si nos conociéramos de toda la vida y nos convertimos en amigas del alma. Sara me invitó a su casa porque yo no tenía a dónde ir y además, sus padres habían salido a pasar el fin de semana fuera por su aniversario.
Cuando llegamos a donde vivía, me dí cuenta de que su casa estaba muy cerca de un pequeño y viejo cementerio. Por si no fuera suficientemente aterrador, justo al lado se encontraba una fábrica muy rara. Sara me contó que era una central nuclear. Ella se rió de mi miedo pero yo no me quedé muy tranquila.
Al poco rato todo, empezó a temblar, las cosas caían a nuestro alrededor y nosotras salimos de la casa como pudimos, era un terremoto. De repente, una fuerte explosión nos tiró al suelo, la central nuclear había reventado y una especie de luz verde se extendía sobre el viejo cementerio.
La radiación empezó a afectar a los muertos y nosotras gritamos de terror al ver que los cuerpos medio podridos salían de sus tumbas.
El pueblo no era muy grande pero a las afueras había un gran centro comercial y hacia allí se dirigían todos los zombis, como si una fuerza les guiara.
Al pasar delante de la casa, los zombis pisotearon el bonito jardín de Sara. Ella se puso furiosa porque se había pasado todo el día plantando y arreglando las flores y los arbustos. Casi le salía humo por las orejas.
Entramos corriendo en casa. El padre de Sara era policía y ella sabía dónde guardaba todas sus armas. Como mi padre es cazador, yo también sabía disparar ya que cuando yo era pequeña me había enseñado a tirar al plato. Cogimos varias pistolas, cuchillos, un par de escopetas y mucha munición y nos dirigimos al centro comercial.
La gente salía chillando de allí por lo que entramos por una puerta lateral y nos dispusimos a acabar con todos los zombis cuanto antes.
Encontramos una tienda de disfraces, buscamos unas caretas y nos rasgamos la ropa para parecernos a ellos. Así, si nos veían, pensarían que éramos como ellos. Cuando estubimos preparadas, salimos a cazar.
Subimos a la planta de arriba por las escaleras mecánicas y nos dirigimos a los juegos recreativos. Allí había un grupo de zombis destrozándolo todo: máquinas tragaperras, los pinballs, el billar... Uno de ellos se fijó en nosotras y se dirigió hacia donde estábamos escondidas. Rápidamente sacamos las escopetas y empezamos a disparar, los desintegramos a todos.
Fuimos revisando las tiendas una a una y exterminando a todos los zombis que nos encontrábamos por el camino, hasta que llegamos al corazón del centro comercial. Allí se encontraba el tiovivo más bonito que yo hubiera visto jamás. Era gigante, con cientos de grandes y preciosos caballos sujetos por barras. Las luces y la música seguían brillando y sonando sin parar. Parecían estar llamándonos para que nos subiéramos en ellos.
Miramos a nuestro alrededor y como no distinguimos a ningún enemigo, nos montamos en los caballitos llenas de alegría. Por un rato nos olvidamos de todo y disfrutamos como niñas. De repente, sin haber notado nada, nos rodearon los zombis, seguíamos montadas en los caballitos y no teníamos escapatoria. Estábamos muertas de miedo. Pataleábamos y gritábamos sin parar porque ellos intentaban cogernos una y otra vez mientras seguíamos dando vueltas en el tiovivo.
Hasta que uno de ellos agarró con fuerza una de mis piernas...
Me desperté de golpe con el corazón latiendo a toda prisa. Me senté en la cama y respiré aliviada. Estaba en mi habitación y en la tele estaban echando una película de zombis. No podía creer que todo hubiera sido un sueño, parecía tan real...
No sabía si reir o llorar de felicidad.
De pronto oí un ruido en la puerta, giré la cabeza y un zombi me sonrió.
La noche del sábado pasado me fuí a la cama bastante pronto. Tenía intención de dormirme enseguida porque había tenido un día muy movido y estaba bastante cansada. Pero me puse a dar vueltas y vueltas en la cama. Como no podía dormir conecté la televisión. Poco a poco empezó a entrarme sueño.
De pronto abrí los ojos asustada, estaba pasando algo raro. Entré en una espiral llena de colores y me encontré flotando, cayendo y girando por el aire, todo a la vez. Me sentía como si me hubieratirado desde un avión en pleno vuelo y sin paracaídas.
Cuando todo paró de dar vueltas, caí al suelo y me golpeé contra la acera. Me encontraba en la calle de un pueblo muy extraño y terrorífico. Estaba empezando a anochecer y hacía viento, las farolas casi no brillaban y los árboles parecían fantasmas queriendo atraparme. Miré a mi alrededor asustada, sin entender nada.
En ese momento, apareció una chica de la misma edad que yo, pasaba por allí de camino a su casa y me ayudó a levantarme. Empezamos a hablar. Yo le dije que me llamaba Oihana y ella me dijo que se llamaba Sara. En sólo unos minutos nos sentimos como si nos conociéramos de toda la vida y nos convertimos en amigas del alma. Sara me invitó a su casa porque yo no tenía a dónde ir y además, sus padres habían salido a pasar el fin de semana fuera por su aniversario.
Cuando llegamos a donde vivía, me dí cuenta de que su casa estaba muy cerca de un pequeño y viejo cementerio. Por si no fuera suficientemente aterrador, justo al lado se encontraba una fábrica muy rara. Sara me contó que era una central nuclear. Ella se rió de mi miedo pero yo no me quedé muy tranquila.
Al poco rato todo, empezó a temblar, las cosas caían a nuestro alrededor y nosotras salimos de la casa como pudimos, era un terremoto. De repente, una fuerte explosión nos tiró al suelo, la central nuclear había reventado y una especie de luz verde se extendía sobre el viejo cementerio.
La radiación empezó a afectar a los muertos y nosotras gritamos de terror al ver que los cuerpos medio podridos salían de sus tumbas.
El pueblo no era muy grande pero a las afueras había un gran centro comercial y hacia allí se dirigían todos los zombis, como si una fuerza les guiara.
Al pasar delante de la casa, los zombis pisotearon el bonito jardín de Sara. Ella se puso furiosa porque se había pasado todo el día plantando y arreglando las flores y los arbustos. Casi le salía humo por las orejas.
Entramos corriendo en casa. El padre de Sara era policía y ella sabía dónde guardaba todas sus armas. Como mi padre es cazador, yo también sabía disparar ya que cuando yo era pequeña me había enseñado a tirar al plato. Cogimos varias pistolas, cuchillos, un par de escopetas y mucha munición y nos dirigimos al centro comercial.
La gente salía chillando de allí por lo que entramos por una puerta lateral y nos dispusimos a acabar con todos los zombis cuanto antes.
Encontramos una tienda de disfraces, buscamos unas caretas y nos rasgamos la ropa para parecernos a ellos. Así, si nos veían, pensarían que éramos como ellos. Cuando estubimos preparadas, salimos a cazar.
Subimos a la planta de arriba por las escaleras mecánicas y nos dirigimos a los juegos recreativos. Allí había un grupo de zombis destrozándolo todo: máquinas tragaperras, los pinballs, el billar... Uno de ellos se fijó en nosotras y se dirigió hacia donde estábamos escondidas. Rápidamente sacamos las escopetas y empezamos a disparar, los desintegramos a todos.
Fuimos revisando las tiendas una a una y exterminando a todos los zombis que nos encontrábamos por el camino, hasta que llegamos al corazón del centro comercial. Allí se encontraba el tiovivo más bonito que yo hubiera visto jamás. Era gigante, con cientos de grandes y preciosos caballos sujetos por barras. Las luces y la música seguían brillando y sonando sin parar. Parecían estar llamándonos para que nos subiéramos en ellos.
Miramos a nuestro alrededor y como no distinguimos a ningún enemigo, nos montamos en los caballitos llenas de alegría. Por un rato nos olvidamos de todo y disfrutamos como niñas. De repente, sin haber notado nada, nos rodearon los zombis, seguíamos montadas en los caballitos y no teníamos escapatoria. Estábamos muertas de miedo. Pataleábamos y gritábamos sin parar porque ellos intentaban cogernos una y otra vez mientras seguíamos dando vueltas en el tiovivo.
Hasta que uno de ellos agarró con fuerza una de mis piernas...
Me desperté de golpe con el corazón latiendo a toda prisa. Me senté en la cama y respiré aliviada. Estaba en mi habitación y en la tele estaban echando una película de zombis. No podía creer que todo hubiera sido un sueño, parecía tan real...
No sabía si reir o llorar de felicidad.
De pronto oí un ruido en la puerta, giré la cabeza y un zombi me sonrió.